sábado, 24 de octubre de 2015

Introducción al teatro y a la tragedia griega

Los griegos realizaban ceremonias religiosas en honor a sus dioses, una de ellas eran las fiestas dionisiacas en honor a Dionisio, dios del  vino, la inspiración y la vegetación. Surgieron en Atenas, en el año 534 a.C., duraban cinco días seguidos y se celebraban cada primavera y cada invierno. Durante los rituales cantaban y bailaban doce hombres, formaban un coro que representaban al pueblo, a los consejeros, a las mujeres de alguna ciudad como Tebas y Troya y a deidades como Las Curias o Las Suplicantes. El público le llamaba a sus representaciones tragedias, porque utilizaban unas máscaras adornadas con cuernos de cabra. La palabra tragedia proviene del griego tragos, que quiere decir cuernos de cabra y de odas, que quiere decir himnos.

Lisistrato -jefe de gobierno en la ciudad de Atenas-, buscó la manera de que llegara más gente de los alrededores a celebrar las dionisiacas: le pidió al poeta Tespis -director del coro del templo de Dionisio- que inventara algo para que las celebraciones fueran más atractivas.  A Tespis se le ocurrió salirse del coro y enfrentarlo para preguntar, por ejemplo: ¿por qué ese año no llovió lo suficiente?, ¿por qué Dionisio renace?, ¿por qué sufrieron demasiado las mujeres de Tebas cuando la ciudad fue sitiada? Por esta decisión se inventó lo que ahora conocemos como teatro. Él fue el primer actor en la historia, pero en su época a los actores se les llamaba hipócritas, que viene del griego hipo, que significa máscara y gripes, que significa responder. Es decir, los que respondían detrás de la máscara.

El enfrentamiento del hipócrita con el coro creó un diálogo que le gustó mucho al público, pues con esto se creaba un mayor interés por las historias que se contaban. A partir de entonces, se decidió que en cada festival se organizaran concursos entre los poetas para que escribieran historias y las representaran en escena. Los vecinos de Atenas, llegaban en la primavera y el invierno, para ver las obras de teatro que se presentaban en las grandes dionisiacas. También llegaban los poetas de todos lados con sus obras recién escritas listas para concursar.  Al ver cómo sus dioses y héroes sufrían, el público sufría también. La compasión que sentía al presenciar las tragedias le permitía conocer el sentido de la vida en su condición excepcional y así, comprendía que tarde o temprano la vida termina con la muerte. Nació la tragedia y con ella nació la catarsis con la que el público se desahogaba.

Éste fue, en pocas palabras, el origen de la tragedia.

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